El pasado 3 de octubre di una conferencia para todo público sobre “música y matemática”, durante la Olimpiada de Literatura y Matemática organizada por OMA, en la ciudad de La Falda. La charla fue un tanto larga, pero me voy a concentrar en un momento de la misma.
Discutí no sin impericia sobre la posibilidad de que haya matemática (algo “rígido”), o reglas, en el arte (naturalmente libre). Entonces me basé en la figura del soneto que, como sabemos, tiene un montón de reglas.
“El soneto es un corset”. Como abundaban personas menores de 18 años, expliqué que un corset era una de las tantas torturas a las que se sometió a las mujeres en una época no tan lejana. Ocasión óptima para hacer un llamado urgente de este tiempo:
Al final de la charla, alguien preguntó cómo se hace un soneto, si tiene tantas reglas. Como dijo Sábato sobre los artificios, se trata de que en el arte no se noten; mucha práctica y conocer bien el idioma serían dos claves, argumenté.
Más que una pregunta, para mí fue un desafío. Y pude comprobar, en el lapso del viaje de regreso a Córdoba capital, que escribir un soneto (acaso escolar y sin musicalidad) en dos horas, es posible.
En matemática y literatura
a dar conferencia me han invitado
Por tamaña oferta me siento honrado
Discurrir en temática tan pura
Me voy presentando ante la espesura
de tanto oído y ojo convocado
El plato hoy es música y un bocado
De matemática que no sea dura
La risita de algún niño me alegra
Ya le da un condimento a esta mixtura
De sinusoide, corchea y negra.
Y trataré de explicar con premura
Cómo una sola madeja se integra
De estas pasiones que no tienen cura
Nobleza obliga, en la “versión de transporte público” se leía semifusa en lugar de sinusoide. En fin, el arte es inquieto y ahí no más ya quiere ser otra cosa.